ADVERTENCIA: El descenso deportivo de cañones y barrancos es una actividad no exenta de riesgos. La información mostrada en esta página es solamente orientativa y no puede sustituir a la formación reglada impartida por técnicos y profesionales competentes. La realización de las técnicas recogidas en esta página sin la suficiente experiencia y formación puede constituir una imprudencia con consecuencias muy graves. Los autores no se hacen responsables del mal uso por parte del lector de la información aquí mostrada.
En barranquismo se llama anclaje a un punto firmemente fijado al terreno, capaz de soportar altas fuerzas de tracción en una o más direcciones y que permite la firme fijación al terreno de una cuerda u otro elemento mecánico, generalmente un mosquetón.
Como regla general siempre que la seguridad dependa de ellos deberemos utilizar dos anclajes, para en caso de que falle uno de ellos tener el otro de reserva. Idealmente los dos anclajes estarán a su vez unidos entre sí mediante una cadena, un cable de acero o un cordino o cinta, que actúe de divisor de fuerzas. Todo anclaje, o conjunto de ellos, debe contar además con un punto de unión, generalmente una anilla o un maillón de acero, que podamos usar para anclarnos a la roca o para fijar la cuerda y descender colgándonos de él.
Sobra decir que unos anclajes e instalaciones firmes y fiables son la base indispensable para poder asegurarnos a la roca desde nuestro arnés y también para realizar con seguridad cualquier maniobra con cuerdas.
Los anclajes se pueden dividir básicamente en naturales y artificiales, y todos ellos pueden verse afectados por el mismo tipo de cargas.
Los anclajes artificiales son elementos ajenos al medio que se clavan, empotran o cementan a la roca.
Los anclajes artificiales son elementos ajenos al medio que se clavan, empotran o cementan a la roca. Los hay de varios tipos como se explica a continuación:
Los empotradores y fisureros son piezas metálicas de formas y tamaños diversos, generalmente de aluminio. Existen también algunos adaptables, mediante un juego de levas móviles, conocidos como “friends”. Por su forma un empotrador se puede introducir en una grieta de la roca, colocándolo a continuación para que quede encajados, permitiendo así una resistencia a la tracción en una dirección determinada. Suelen llevar incorporado un cordino, una cinta o un cable de acero al que anclar un mosquetón y hay que asegurarse siempre que la tracción del cable haga trabajar al empotrador en la dirección correcta. Su correcta colocación puede ser dificultosa, con el riesgo que ello conlleva de realizarla incorrectamente reduciendo drásticamente la resistencia de este tipo de anclajes. Prácticamente sólo se utilizan como anclaje de emergencia para equipar pasos expuestos durante el escape de un barranco en el caso de que esto suceda.
Los pitones y clavos son piezas metálicas de forma alargada y con un ojal, que se clavan en las grietas de la roca con la ayuda de un martillo. No son demasiado utilizados en barrancos, si bien pueden ser de gran utilidad dada la rapidez de colocación y el hecho de que no requieren de un taladro para su instalación. Esto los hace por ejemplo atractivos para las aperturas y por eso solemos encontrarlos en barrancos poco frecuentados y que aún conservan algunos anclajes desde su apertura. En cualquier caso merece la pena llevar alguno en la mochila, porque nos pueden venir muy bien para instalaciones de fortuna, desviadores, o incluso aseguramiento en escapes expuestos.
Los anclajes expansivos son tacos metálicos, de forma cilíndrica, que se introducen en un orificio previamente taladrado en la roca para luego forzarlos a expandirse de manera mecánica, aumentando la presión y rozamiento contra las paredes del orificio, evitando así su extracción. La forma de realizar tanto el taladro como la expansión del taco, varían en función del tipo que elijamos, como se explica más adelante.
El parabolt es otro tipo de anclaje de expansión, que consiste en un espárrago roscado con uno o más anillos de expansión. Pueden tener varias longitudes y diámetros, pero los más habituales son de 9 cm de largo y 10mm de grosor.
Para instalar un parabolt:
Los parabolt, más resistentes que los spits, permiten al igual que éstos el reemplazo de la chapa en caso de que ésta haya resultado dañada por un golpe u otra circunstancia.
Los parabolts son los anclajes más utilizados hoy en día, salvo aquellos reequipamientos donde se utilizan anclajes químicos.
La principal particularidad de los spits es que son tacos autoperforantes, es decir que los propios spits sirven para hacer el agujero en la roca donde van a ser alojados. Para ello, además del propio spit a instalar, se necesita además un martillo y un burilador (también llamado espitador o mandril). El método para la colocación de un spit es el siguiente:
Para que la resistencia del anclaje sea óptima es de vital importancia asegurarse de que la placa ha quedado completamente apoyada en la roca y la cabeza del spit a ras de ésta. De esta manera no se provocarán brazos de palanca que podrían debilitar enormemente el sistema y resultar peligrosos, dado que es precisamente el tornillo el punto más débil de todo el anclaje (por eso se recomienda además la utilización de tornillos de calidad 8.8, que brindan una resistencia de hasta 600kg). Siempre deberemos revisar bien estos puntos cuando vayamos a colgarnos de un spit que encontremos ya instalado.
Cabe señalar que la perforación para el spit puede hacerse también con un taladro portátil de batería, pero en ese caso se recomienda realizar la última parte del agujero con el propio spit como se ha explicado anteriormente para asegurar que el fondo del agujero sea plano y el cono de expansión apoya completamente.
Dadas las características de los spits, son una buena alternativa como solución de emergencia para anclajes de fortuna y es conveniente llevar siempre alguno en la mochila por si acaso.
Sin embargo, para instalaciones definitivas, hoy en día hay otras opciones más adecuadas y resistentes y por ello más utilizadas como veremos más adelante.
Parecidos a los spits, aunque se diferencia de ellos en que no son autoperforantes y en que el cono de expansión en este caso es un espárrago que va dentro del propio casquillo.
Al no ser autoperforantes, requieren realizar el agujero previamente o bien con un taladro o en su defecto con un spit autoperforante de su mismo diámetro y longitud.
Además la placa va incluida en lugar de tener que atornillarla como en el caso de los spits. Esto hace que sea inviolable, pero por el contrario no permite su reemplazo en caso necesario.
Fabricado íntegramente en acero inoxidable, los Longlife son una de las mejores fijaciones existentes en el mercado para instalaciones permanentes. Probablemente sea tras las fijaciones químicas, el sistema de fijación de mayor calidad y sobre todo de mayor duración, con prestaciones muy superiores a las de los parabolts, en la mayor parte de los casos y con un sistema de expansión excelente que no adolece de los inconvenientes del sistema que montan estos últimos.
Los anclajes químicos son tensores o varillas metálicos, de diversas longitudes y diámetros (12 o 14 mm normalmente). También se pueden utilizar varillas roscadas de acero cortadas a medida, de métrica 10 y calidad 8.8 junto con placas y tuercas como las usadas con los parabolts. Como los anclajes expansivos, hay que introducirlos en un orificio previamente taladrado en la roca, solo que esta vez la unión firme entre anclaje y roca no se consigue por la expansión del elemento sino mediante la utilización de una resina de dos componentes (resina + catalizador) que al fraguar cementan el tensor a la roca. El proceso de instalación es el siguiente:
Los anclajes químicos son los más fiables y seguros que existen actualmente, siendo sus principales ventajas:
Por otro lado, los anclajes químicos tienen una gran desventaja frente a otros tipos de anclajes, que es el tiempo requerido para su instalación. Además del tiempo requerido para taladrar el agujero, hay que esperar a que la resina de dos componentes fragüe y alcance la resistencia adecuada, lo que puede suponer al menos 24 horas. Esto los hace inviables para aperturas o para instalaciones de fortuna.
Un anclaje natural puede ser cualquier elemento natural presente en el terreno cuya morfología, peso y/o colocación permitan su utilización como anclaje con seguridad. Suelen ser habituales los árboles y arbustos, los puentes de roca y los troncos y bloques empotrados.
De cara a montar una instalación sobre anclajes naturales, conviene tener en cuenta algunos aspectos:
La resistencia de los anclajes varía mucho de un tipo a otro, pero dentro de un mismo tipo de anclaje, su resistencia puede verse muy afectada en función de su correcta colocación así como la utilización en la dirección correcta.
Es por eso muy importante conocer las distintas fuerzas a las que puede verse sometido un anclaje en función de la dirección en la que se aplique la fuerza sobre el anclaje:
Cizalladura: fuerza ejercida en perpendicular al eje del anclaje, siendo la fuerza resultante habitualmente cuando nos colgamos del anclaje. La resistencia de un anclaje a la tracción se debe principalmente a la calidad y sección del elemento metálico. Es la dirección en la que los anclajes son más resistentes.
Torsión: fuerza ejercida al traccionar el anclaje en una posición y/o ángulo diferente a los normales de trabajo. O sea, si pretendemos hacer girar al anclaje. Siempre debemos evitar esto, ya que la resistencia de un anclaje en estas condiciones puede verse reducida drásticamente.
Tracción: fuerza ejercida en la misma dirección del eje del anclaje, pero de sentido contrario al de su colocación. Es decir, si tiramos del anclaje hacia afuera, estamos sometiéndolo a una tracción. La resistencia a la tracción se debe en los anclajes expansivos a la enorme fuerza de rozamiento del elemento metálico con las paredes de la roca. Producida por la expansión el elemento metálico por los distintos métodos explicados y la expansión/endurecimiento de la resina de dos componentes en el caso de los químicos. La resistencia a la tracción de los anclajes suele ser generalmente sensiblemente menor a la de cizalladura.
Compresión: fuerza ejercida al presionar sobre el anclaje en la misma dirección y sentido de colocación. Es decir, hacia adentro de la roca algo que no se produce durante el uso habitual de los anclajes.
La función del reparto de cargas es, evidentemente, repartir la carga entre dos anclajes de manera que la carga que soporta cada uno sea menor que la carga efectiva.
Sin embargo, lo que no es tan evidente es que si no se hace correctamente se puede conseguir el efecto contrario, es decir multiplicar la carga que recibe cada anclaje haciendo que sea incluso mayor que la carga efectiva.
¿Y cómo puede ser eso? Pura física. Depende del ángulo que formen los segmentos de cuerda o cinta en el punto donde se encuntre la carga. Cuanto mayor es este ángulo, mayor es la fuerza enviada a cada anclaje y viceversa, cuanto menor sea el ángulo menor lo será la fuerza que recibe cada anclaje, siendo el mínmo el 50% de la carga efectiva.
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